La importancia aprender a interpretar las etiquetas de los alimentos que consumimos.
Aprender a
interpretar correctamente la información nutricional es importante para saber comer saludablemente, mantener el peso
ideal y a estar más sanos. Sobre todo, es muy importante aprender a
interpretar la información nutricional de un alimento de acuerdo a su contenido de sal, grasas o azúcares
para ver si el alimento es aconsejable. Muchas personas, a la hora de ver la
información nutricional de un producto sólo se fijan en la cantidad de calorías
de este, un gran error.
Para saber
si un producto es bueno para nosotros debemos saber identificar de donde
proceden esas calorías y si además de energía nos aportan otros tipos de
nutrientes como proteínas, minerales o vitaminas. Existen alimentos que sólo
aportan “calorías vacías”, es decir, son alimentos con muy poco aporte
nutritivo. Las calorías vacías suelen incluir elevadas proporciones de
carbohidratos de absorción rápida como los mono y disacáridos, y grasas poco
saludables como grasas trans y saturadas. Leer correctamente las etiquetas de
los alimentos requiere práctica y tiempo.
Observar la información nutricional según la cantidad
La mayoría
de las etiquetas donde aparece la información nutricional tiene dos apartados,
uno indicando la información nutricional por cada 100g o 100ml y otro apartado
con la información nutricional según el tamaño del servicio.
El primer paso es identificar que cantidad del producto en cuestión vamos a tomar para identificar en la etiqueta la cantidad de calorías, grasas, sal o azúcares que vamos a ingerir.
El primer paso es identificar que cantidad del producto en cuestión vamos a tomar para identificar en la etiqueta la cantidad de calorías, grasas, sal o azúcares que vamos a ingerir.
Determinar la cantidad de Carbohidratos simples
(azúcares)
Debes ver
qué cantidad de esos carbohidratos son simples (azúcares) y qué cantidad
corresponde a carbohidratos complejos y fibra dietética.
Los
carbohidratos complejos (almidones) son absorbidos lentamente por el organismo,
por lo que producen una elevación más lenta y moderada de la glucosa en sangre
lo que permite controlar los niveles de azúcar en la sangre y, al mismo tiempo,
suministran al cuerpo energía de larga duración.
En cambio,
los carbohidratos simples se digieren muy rápidamente y pasan al torrente
sanguíneo en minutos, produciendo una condición de hiperglucemia que significa
que existe una gran concentración de azúcar en la sangre. Para contrarrestar
esto, nuestro cuerpo produce una hormona llamada insulina, que se encarga de
trasladar el azúcar de la sangre a las células, sobrecargando los sistemas de
producción de energía de las células. Si no gastamos esa sobrecarga de energía,
el exceso de azúcares se convierte en grasa. Ese es el motivo por el cual
debemos mantenerlos hidratos de carbono simples (los azúcares) al mínimo,
especialmente si estamos tratando de bajar de peso.
Lo más
aconsejable es no consumir alimentos que contengan más de 10g de azúcar por
cada 100g.
Determinar la cantidad de grasas “malas”
También
debemos determinar la cantidad de grasa en un alimento en particular y qué tipo
de grasas se encuentran en el producto. La clave está en saber que existen
grasas buenas y malas, para así asegurar el suministro diario de las primeras y
evitar las segundas. Las grasas “buenas” son las insaturadas, compuestas por
las grasas monoinsaturadas que ayudan a disminuir el colesterol LDL (colesterol
malo) al mismo tiempo impulsar el colesterol HDL (colesterol bueno) y las
grasas poliinsaturadas también se cree que ayudan a disminuir el colesterol.
Las grasas “malas” son las grasas saturadas y trans, y debemos limitar al máximo
su consumo, ya que además de fomentar el sobrepeso ponen en peligro el sistema
cardiovascular.
Debemos
evitar los alimentos que contengan más de 5 g de grasas saturadas por cada 100
gramos.
Determinar la cantidad de Sodio
También
debemos prestar atención a la cantidad de sodio que se encuentran en el
producto. La cantidad diaria recomendada de sodio no debería superar 3g diarios
ya que un exceso de este mineral tiene conocidas consecuencias perjudiciales
para la salud que van desde la hipertensión, los problemas cardiovasculares,
edemas (retención de líquidos e inflamaciones) hasta los cálculos.
Debemos
evitar los alimentos que contengas 1,25 g de sal o más por cada 100 gramos o
0.5 g de sodio o más por cada 100 gramos.